19 de febrero de 2006


Acá estamos, en Milán... en lo que se podría decir será mi casa, al menos el próximo tiempo…

No es difícil imaginarme viviendo aquí... la vida me trata bien, la mayor parte del tiempo, justo como tu dijiste que sería.

Hoy llueve. Me gusta la lluvia, o al menos no me disgusta como algunos otros estados del clima. Desde el balcón de mi departamento se puede ver un pequeño bosque, no lejos de aquí, donde hay una vieja casa abandonada. Veo la lluvia caer lentamente sobre el tejado roto y me imagino vagando allí.

Siempre ha sido de mi agrado someter a discusión todas mis teorías (o las de otro, si las llego a comprender). De momento estas cuestiones las voy construyendo solo o con la ignorada participación de las personas que protagonizan mi cotidiano transcurrir. La búsqueda de un lugar en el mundo es una de esas conjeturas que obviamente se están debatiendo dentro de mí en estas horas.

La temprana lectura ha estimulado en mí una sana imaginación, y con un poco de trabajo puedo figurarme muchas situaciones aun no vividas, sin embargo, sostengo asimismo que se debe dar lugar al cuerpo para vivirlas en carne propia. Usualmente creo que la mente construye lo que el cuerpo vive y que el cuerpo, simultáneamente, vive lo que la mente lograr construir. Es de alguna manera aceptar resignado lo que Wilde decía: “Nada puede curar los sentidos mas el alma, como nada puede curar el alma mas los sentidos”. Se que mi traducción no es del todo clara, pero, ¿como podría serlo? (“Nothing can cure the senses but the soul, just as nothing can cure the soul but the senses”).

Lamento decepcionar a quienes de alguna manera esperaban una conclusión sobre este devenir. No podría jamás nombrar alguna, o al menos no debería hacerlo. Tengo todavía un par de líneas que extraigo de mi pequeño discurso, y que a modo de síntesis podrían ocupar ese lugar: Se vive en la medida que se siente, quien no siente, no vive; se vive también cuando se contempla, aceptando que nuestro pobre entendimiento no podrá abarcar la vida en su plenitud. Se puede contemplar el viaje a través de la ventana, siempre que tengamos a mano el pasaje para cuando nos toque exhibirlo.

Nunca estoy conforme con lo que escribo, basta releerlo una vez para encontrar una letra más y una palabra menos sobre cada frase liberada.

Como escribía al principio, así es, justo como tú dijiste que seria, la vida me trata bien, la mayor parte del tiempo. Me gusta mi casa nueva, aunque no es mía y no es nueva. Me encuentro bien, aunque todavía no salgo a buscarme.

Lucas.-

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