Ceremonia profana



Hola algunos:

El tiempo pasa, a veces más rápido de lo que imaginamos. Ha transcurrido ya el primer mes desde mi arribo a Italia. Pienso además que nadie lee lo que escribo, un motivo más para seguir haciéndolo, esta vez más largo, así vemos quien se la banca hasta el final.

El viernes fuimos con mis compañeros de trabajo a ver una banda tributo Vasco Rossi. Vasco Rossi es un mito de la música en italiano, algo así como un León Gieco que canta canciones de La Renga (tiene también, claro está, algo de bizarro, lo cual no opaca su larga trayectoria). Más de una generación ha crecido escuchando sus canciones y se puede apreciar lo que produce su magia al volver a escucharlo, aún cuando sean otros quienes lo emulen. Previo a la salida, fuimos con Glauco (cuyo abuelo construyó la mansión que habita ahorrando ladrillos durante la devaluación de la Lira en tiempos de guerra) a conocer el nuevo departamento de Luca.

Cuando formo parte de este tipo de experiencias, un recital simbólico, siendo no más que un extranjero, me creo en la obligación de aguzar los sentidos, para poder absorber aquello que se encuentra detrás del rito, y que talvez esté vedado a los ojos de muchos, incluso a los de sus protagonistas.

El local, grande como dos “Niceto”, se colmó al momento de iniciar a tocar la banda, la gente se subió sobre las mesas y todos, literalmente todos, comenzaron a cantar lo que desde el escenario les proponían. En esa ceremonia no importaban los detalles, y yo estuve allí. Y yo, a quien el ateísmo le inhibe de tener religión, creo firmemente que la música es mi iglesia. Un rato más tarde me encontré formando parte de aquella pompa, parado sobre una mesa y con una cerveza en la mano; sólo me restaba disfrutarla.

Unos cuantos metros frente a mi, contra la otra pared del local, bailaba sobre la mesa una musa perdida. Intuyo que quizás ninguno la haya notado, ya que no era particularmente atractiva ni tampoco se destacaba su belleza, en especial dentro del frenesí del recital. Había otra cosa que la convertía en princesa ignorada de aquella comarca temporal. Era su baile, su alegría en la mirada mientras bailaba, su casi absoluta conciencia de si misma, la ligereza de sus pasos. Estaba lejos, repito, casi escondida a un costado del escenario, pero lograba destacarse con su energía sobre toda la gente. Era reina del jardín que existe dentro suyo y dejaba ver con su ritmo que la música estaba ordenada a seguirla hasta allí. Bailaba y era ella, y no lo ignoraba. Entre tanta cosa fingida, tanto estereotipo, tanta rigidez, nadaba aquella sirena, más sincera que ninguna, porque se conocía a si misma desde hace siglos. Era joven, talvez no superaba los veinte años, pero llevaba consigo el latido mismo de la existencia que no tiene tiempo.

Creo que a menudo todos los miedos nacen del miedo humano y trivial a la vida, incluso me atrevería a afirmar, que el miedo a la muerte, aquel que más opuesto podría parecerme, tiene sus raíces en esa misma turbación. Y quien tiene miedo miente siempre, se paraliza y a veces lastima a los demás, en especial cuando se desconoce presa de ese pánico. Quien tiene miedo se termina reuniendo con otros que también tienen miedo, todos simulan no tenerlo, y eso le da coraje al grupo, pero habitualmente no viven, no sienten más que una ligera náusea y un sutil sosiego, no bailan siquiera como aquella absoluta desconocida que reinaba en aquel lejano local, que se conoce y se gobierna, aceptando con natural y lozano estoicismo el rito de la vida y sus victorias.

Fue una grata velada, pude perderme entre este y otros pensamientos mientras formaba parte de aquella ceremonia profana. Llegué incluso a sentir la ilusión de haber encontrado una casa, sólo resta hacerla mía.

Lucas.-


5 comentarios:

guadis! dijo...

Chanta!! Después mi decis que mis posts son ladris!!
Al margen, yo siempre posteo algo sobre los logos de Google!

Anónimo dijo...

un embole. dedicate a otra cosa

Café (con tostadas) dijo...

"Y yo, a quien el ateísmo le inhibe de tener religión, creo firmemente que la música es mi iglesia."
No sé si me atrevería a decir iglesia! pero, considerando la metáfora: 100% de acuerdo.
En cuanto a la musa, hay gente que es así. Vale la pena quedarse un rato a mirar porque, lamentablemente, no abundan!
Saludos.

Gabi dijo...

decime cómo las saco y lo hago :)

bs. gabi

Lucas.- dijo...



Holas... veo que esto no pego... mmm.. nadie comenta... en fin..

Es lunes, di mi examen... no me pregunten.. Encima me acaba de agarrar el chaparrón...


Guadis, ok.. no conocía tus hábitos blogeros.


Jacarandá, escribite algo y después contame, ok?


Café con... Gracias por citarme en mi propio blog.


Gabi.. ah.. las letritas? Hay una opción.. creo que en opciones de comentarios.. buscá.. el que busca encuentra... y la que encuentra me llama y se saca la ropa... AJAJ..



Saludos. Este lunes me mató. Voy a buscar algún refrito para tirar toda la semana.


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