Postales de Viena

Hola a todos (los que leen!):

¿Qué es un viaje sino un estado del alma? Dicen que para conocer nuevos lugares, no hay que enfrentarse a otros paisajes sino tener nuevos ojos.

El viernes por la madrugada salí desde Milán con dirección a Viena, con más preguntas que respuestas, pero con las infaltables ganas de ruta.

Fue una noche larga. Un cielo claro y estrellado se movía sobre mí y dejaba vagar una encantadora metáfora que vino a mi cabeza. Viajando tuve un momento de paz, casi de plena felicidad, en medio de la nada, en el medio de la ruta y de la noche.

Debe haber sido la falta de sueño y la música, o algún efecto secundario del té, pero lo cierto es que atravesó mi mente una simple alegoría del tiempo. Nuestra vida es como un cielo lleno de pequeñas estrellas que son momentos de armonía y paz, o simplemente momentos especiales: el interminable abrazo que me diste en una plaza, el amigo que pasó el domingo cuando más lo necesitábamos, los brazos de mi sobrina en el aeropuerto, un llanto interminable, un desayuno con mis hermanas, la noche que llegaste a mi casa por sorpresa mientras dormía, un paseo por las calles de tu barrio, un almuerzo con mis abuelos, un libro que terminé, un libro que no quiero terminar, un atardecer en Fiésole, un buen mate una tarde de sol, un café en una tarde de lluvia, un tren que corrimos, un rato con las personas que quieren bien a aquellos que yo quiero bien, los ojos que no quise mirar, la tarde que me llamaste, la noche que esperé que nunca me llamaras, la cuarta vez que dijiste que no, la segunda vez que dijiste que si, alguna lágrima que cayó, una cerveza con mi papá, alguna buena charla, algún beso que robé, alguno que me dieron por sorpresa, el consuelo de quien supo estar allí cuando ni siquiera yo estaba allí, talvez esta soleada mañana en Viena, y una interminable lista de etcéteras que cada uno tendrá como tarea.

¿Cómo cierra mi metáfora? Simple, cíclicamente pasan los días y las noches. Cuando se hace de día, una estrella, la más cercana de todas ella, ilumina tan fuerte que nos hace olvidar a las demás que también cubren nuestro cielo, aunque ellas sigan allí, escondidas. Luego la noche cae otra vez, y ese astro que nos alumbraba y nos daba calor desaparece, pero no debería haber nube que nos impida verlas a todas. Hay noches claras y noches cerradas, y mi vida es una noche clara (otro día les cuanto qué vendría a ser la luna). “Si lloras porque se ha puesto el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”.

El crepúsculo me encontró a mitad de camino, atravesando valles alpinos, pasando la frontera. En Italia las autopistas se pagan en cada peaje, normalmente a la entrada y la salida de ellas. ¡Ingenuo yo, que pensé, al no encontrar peajes en Austria, que las autopistas debían ser gratis! No, no lo son, y les recomiendo no parar en las áreas de descanso, te sacuden con 120 euros.

Una vez cerca de Viena llamé a Doris, algo así como una prima de mi buen amigo Thomas. El caso es que ella creía que yo llegaba desde el oeste, mientras que lo hacía desde el sur, desde Udine. Hasta que logramos aclarar ese punto, en tres idiomas, había paseado dos horas perdido por las afueras de la ciudad.

Si les había contado que uno no puede no enamorarse de París, ¡que decir de Viena! Es algo así como una hermana menor, más joven y más bonita. Imperial, majestuosa, moderna, hasta un poco arrogante diría, pero con todo mérito. Indudablemente una de las capitales más encantadoras de Europa.

Paseamos, pude conocer el Museo Freud, como estaba prometido, hicimos un poco de noche. Podrán apreciar en las fotos más de lo que yo podría poner en palabras.

Bueno, la mañana despunta con un clamoroso sol de primavera, hoy martes es feriado en Italia, así que me quedé aquí cuatro días. Voy a cerrar esto como de cómo de costumbre, diciendo que me encuentro bien, a la tarde regreso a Milán. Gracias a lo que leen. A los demás les deseo el cuarto infierno de Dante (no, es broma, pero ellos nunca lo sabrán).


Lucas.-

2 comentarios:

Ada.. dijo...

¿Qué es un viaje sino un estado del alma? Dicen que para conocer nuevos lugares, no hay que enfrentarse a otros paisajes sino tener nuevos ojos.

Te la roboooo!!

a cambi te dejo un x

Lucas.- dijo...

jaja.. nada.. nuevo..


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