¿Que es lo que más se extraña cuando estás exiliado?

Hoy es domingo, pero comencé a escribir esto hace casi una semana. Como no creo que estuviera terminado, no lo he subido aún. Sin embargo, para mantener el elevado nivel de audiencia que me acompaño en los últimos días, lo publicamos crudito.

Arranco por admitir lo excesivamente amplio del título, visto desde las disyuntivas sobre el extrañar o las acepciones del exilio. Según la
RAE, un exiliado es un expatriado, generalmente por motivos políticos. Del latín exilĭum, es la separación de una persona de la tierra en que vive.


Cualquiera que se sienta lejos de casa cada tanto puede aportar aquí su opinión. Como saben, sorteamos un televisor entre los que comentan. Lo cual demuestra una vez más que la televisión es vehículo de cultura. Yo, por propia experiencia, me considero exiliado casi todo el tiempo, de manera que roza lo infinito la cantidad de cosas que extraño. No quiero ponerme en poético, pero entiendan que es domingo, ok?

Extraño a esa mujer que me dejó con el alma en los labios, esa que hablaba de su tierra. El perfume de sus palabras, su existencia que balanceaba el universo. Esa chica que oscurece las almas buenas, musa perdida, sirena de montaña. Esa que me convirtió en un vagabundo sin esperanza, la que hacía llorar al cielo con sólo pedírselo, su temido y fatal "te amo" (literal y en porteño).

En el exilio, falta por momentos la música, esa que demuestra que la tele-transportación es realmente posible. No porque no se pueda volver a oírla, simplemente porque a esa música escuchada en otro lado, le faltan sentidos: no huele igual el tango en San Cristóbal que en Tokio. Ahora bien, creo que cuando al exilio le falta un sentido, se le agrega belleza al recuerdo. Piensen solamente en cerrar los ojos cuando estén lejos de casa (o cuando estén en casa a punto de partir al exilio) y sentirán lo hermoso de los sonidos, los olores, el tacto, los sabores, etc.

Después tenemos los “regionales”: quienes me leen desde afuera gritan envenenados: se extraña la carne argentina, el dulce de leche. El pan y el agua de Lisboa, el café de Nápoles, un Chianti en la Toscana, un Calimocho en algún bar de Madrid, un Kir en Marraquesh, un mate en Montevideo. Una playa en la ciudad, la arena, el mar, el cielo de Toledo, Roma ciudad eterna (pueden volver a leer esto imitando la voz de Giordano, es muy gracioso).

Yo creo que el exilio es como el amor: tiene su vida, corta o larga, siempre merecida, aunque en algún lugar se sufra.

Listo, abandono. Me voy a seguir pintando. Los que quieran, pueden agregar sus comentarios aquí. Vamos, ¿quien no ha viajado a Mar del Tuyú y extrañaba su cama?

Agradezco a todos los que comentaron el post anterior, aún forzados.

Sls.

Lucas.-

2 comentarios:

Ada.. dijo...

me divierte mucho cómo pides comentarios...

me encantó el post, le falta el hervorcito, pero me encantó, me emocionó, y no te diré en qué momento casi me despisto y seme asoman dos lagrimitas... bueno casi media, pero mucho ya te estoy contando!

beso!!

Lucas.- dijo...

le falta hervor!? no... no tenes idea de como le puse hervor... jaja


beso.. gracias por buscar..

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