Oh Bella Ciao!

Seguimos levantando viejas entradas no comentadas. Para leer en la oficina con 30 grados y un centro que se derrite. Sls.


Hola a todos después de un largo silencio. Mi blog ya se puede considerar en coma, ya no le presto ninguna atención desde hace más de dos meses. Mejor es quedarse callado cuando no hay nada interesante que escribir.

Para contarles novedades, al regreso de Buenos Aires, recibí la visita de Martín, con quien emprendimos un largo giro por Europa.

Lo fui a encontrar a Roma, a donde llegaba su avión. Estuvimos allí dos días, vimos aquello que nos quedaba por ver: catacumbas y algún foro.

Para pasar por el mítico Monasterio de Monte Cassino salimos en dirección a la península Sorrentina (o viceversa), donde hicimos noche en la ciudad que le da nombre. Una de las salidas más bizarras de los últimos tiempos cerró la noche.


La mañana siguiente metimos el cuero bajo el sol de la Costa Amalfitana, en la ciudad de Positano. Sin comentarios. Por la tarde visitamos las ruinas de Pompeya y avanzamos hacia Nápoles.
Llegamos al hostel luego de haber observado una especie de caos no bien conocida: el tráfico napolitano. Anécdotas al por mayor: motos que cruzan en rojo (insultando a los que pasan en verde), el espacio que le dejamos a una ambulancia ocupado por otros autos, los corajudos peatones que sin más ley que la ley del destino se lanzan a cruzar, una exagerada vuelta en “u” delante de la policía, etc., etc.

Otra buena salida nocturna, una interminable caminata y las chicas más simpáticas de Italia. Nápoles me llenó la cabeza de historias, ya las contaré otro día.

Esa tarde salimos para Roma. Hicimos una pausa para bañarnos en el mar. Llegamos con tiempo para tomar algo en la “Piazza dei Fiori”. Dejé a Martín y emprendí el regreso a Milán.
El fin de semana siguiente lo fui a encontrar a Ginebra, en Suiza. El domingo por la tarde nos despedimos en Lausane.

Retomamos el intenso giro cinco días más tarde desde la misma ciudad, a donde llegué el viernes por la noche. Otra salida épica, donde nuestro magnético baile logró contagiar de alegría a todo el subsuelo de la taberna “El décimo tercero”.

Al día siguiente salimos en dirección a Bruselas, donde nos deberíamos alojar. Por motivos que omitiré, llegamos demasiado tarde. Pasamos la noche en el auto en camino a Ámsterdam. Luego de dormir en el vehículo, lavarme los dientes en la estación de servicio y ser despertado por turistas en tránsito, comprendí a que se debe el proliferante negocio hotelero.

Subidos a dos bicicletas paseamos junto con Darío y su prima Julia por las calles y canales de Ámsterdam. (No quería dejar de mencionar que llegando por la autopista, pasamos por debajo de un velero y de un avión.)
Esa noche, finalmente dormimos en casa del padre de Darío en Bruselas, argentino, exiliado, músico y tanguero (el orden de los adjetivos no tiene ninguna importancia).

Si mal no recuerdo, el lunes paseamos por Brujas y Ostende, donde vimos caer el sol en el Canal de la Mancha. Al día siguiente otro interminable paseo por Francia, visitamos Reims, una pequeña ciudad de la cual no recuerdo el nombre y llegamos a Lyón.

La ciudad de Lyón nos vio terminar esta tercera parte del viaje como la habíamos comenzado: durmiendo en el auto después de otra jolgoriosa noche de copas.

Basta. No podía volver a dormir en el auto. Salimos camino a Milán, cruzamos los Alpes por el Paso del Frejus y esa tarde llegamos a mi casa. Martín se quedo hasta el sábado. Aprovechamos para pasear por la capital lombarda.

Aunque no lo crean, intenté resumir la mayor parte de este relato.

Sls.

Lucas.-

10 comentarios:

fiona dijo...

La próxima vez que vayas a la costa amalfitana haz el favor de avisar!!! jajaj

Menudo giro, si señor.

un beso!

Anónimo dijo...

Qué lindo! Tengo un amigo viviendo en Roma y lo extraño y lo envidio todos los días.

Mínima dijo...

Te odio.
(te envidio)
Sh.

Paula_Yates dijo...

A la mierda, estoy mareada de tanta vuelta y tanto relato. Increíble viaje, lo leía y me preguntaba como pudiste asimilar tanta información y tantas imágenes, paisajes, experiencias nuevas... que loco.
Envidiable lo suyo.

Saludos!

Dalma dijo...

y yo que estaba contenta por irme a vacacionar a la costa uruguaya...





te detesto

aguanteelamor dijo...

Buenas noches!

Lucas todo mal con vos, te puedo envidiar un ratito .. no más.
Que buen relato,me imagino mejor que mejor debe haber sido vivirlo!

Pd: si el bar que te comente en belgrano si es rojo,muy bueno!

Beso grande!!.

Leila dijo...

Hola Luquitas! donde es esa foto endiabladamente buena???
puedo ponerla un rato de fondo de pantalla? sí? bueno listo, gracias!

Me sentí identificada con tu relato viajero..más q nada con eso de "Nápoles me llenó la cabeza de historias"...que son los viajes sino eso!! jaja, yo tb, otro día te las cuento.

bsos!!

Blonda dijo...

¡Positanooooooooooo! De pronto leí eso y se me incrustó en el ojo el intenso color azul del mar y esas flores increibles.....Por Dios, qué lugar!!!

Te envidio sanamente.


besos

PauLy dijo...

Qué buen viaje!!!!! Qué ganas de irme! Italia es un país increible... Y creo que no hay palabras para describir Roma... Es como estar en casa y en una novela a la vez... Tengo unas ganas de irme de mochilera a ver qué tiene para ofrecerme...

Que bueno che! Que se repita!!!

Lucas.- dijo...

Hola... mucho sueño...


Fiona, ok.

Xavier, si.. que lindo vivir en Roma.

Mínima, no me odies.

Paula, y eso que remuí, eh?!

Dalma, otra más y van.

Ella, no nos conocemos y ya está todo mal.. jaja...

Leila, no me llames luquitas, Otro día te cuento las historias.

Blonda, no hay envidias sanas.. no hay amores sanos.. y no hay medias limpias.

Pauly, siempre se vuelve a Roma.

Vamos a dejar el relato para que la gente lea algo el finde. Sls.

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